El artículo no expresa las opiniones o posiciones de los traductores. El artículo es una versión traducida del artículo que se encuentra a continuación: enlace
Escritor original: Jake Wartel
Traducido por: Caroline Narvaez y Jordan Brooks
A principios de septiembre, el Centro Miller anunció el contrato de John Negroponte como el nuevo profesor distinguido ‘James R. Schlesinger’. Este evento que viene solo unos meses después del contrato controversial de Marc Short, el arquitecto de políticas de la administración de Trump, es aún otra acción vergonzosa y sin justificación moral de parte de la institución.
Uno podría ser perdonado si el nombre de John Negroponte no le sonará conocido. Él es representado como un diplomático y un experto en política internacional con extensa experiencia, pero no es justo calificar a una persona como un diplomático cuando siempre está promoviendo la violencia y la guerra. Durante los últimos cuarenta años, Negroponte ha sido un participante activo en promover el imperialismo estadounidense, ignorando los abusos de los derechos humanos.
Según la historia, después de diez años de asesinato en masa de civiles inexorables bombardeos en Vietnam, Camboya y Laos, los Estados Unidos estaba listos para partir. Henry Kissinger estaba preparando un acuerdo con Vietnam del Norte, esencialmente concediendo el fin de la guerra y la pérdida de los Estados Unidos. Negroponte sentía que esta acción de parte de los E.E.U.U. era inaceptable y expresó su disconformidad. Aunque su deseo de que la guerra continuará en Asia del sureste fue ignorado, Negroponte no tendría que esperar mucho para influenciar varios desastres humanitarios.
En 1981, Ronald Reagan le dio la posición de embajador de Honduras a Negroponte. Aunque esta ubicación no era la ideal para que el ejército estadounidense apoyara gobiernos extremistas, Negroponte asistió a asegurar la continuación de ayuda militar a Honduras. Durante esta época, el ejército Hondureño estaba involucrado en abusos crueles de derechos humanos. Entre los eventos más notorios estuvo el batallón entrenado del CIA 3-16, el que fue dirigido contra los de la izquierda, asesinandolos y torturándolos. Cuando los Estados Unidos empezaron a invertir millones de dólares en la brutal contrarrevolución en Honduras, el trabajo de Negroponte empezó a ser más de reprimir los abusos de los derechos humanos.
A la vez, Negroponte se convirtió en una figura crucial en los ataques de las Contras en en Nicaragua. Después de muchos años de que Negroponte se convirtió en embajador, se dio a conocer que era profundamente escéptico de negociaciones de paz y frecuentemente presionaba por más apoyo para los contrarrevolucionarios.
El Baltimore Sun expuso a Negroponte, declarando que él sabía acerca de estos crímenes en una serie de reportes investigativos en 1994 y 1995. Pero ya que Negroponte es un facilitador de abusos a los derechos humanos, Washington D.C. fue el ambiente perfecto para el. El continuaría su larga carrera en Washington, donde eventualmente sería apuntado el embajador de Iraq en 2004. El continúa con su trabajo como el más sabio de los diplomáticos, yendo a varias universidades compartiendo de sus conocimientos en ganancias financieras, que ahora resulta ocurrir en el Centro Miller.
Sería razonable preguntarse cuál es el problema con que el Centro Miller agregue a un facilitador de abusos a los derechos humanos a su facultad. En efecto, que político de alto rango no ha hecho algo cuestionable durante su carrera? En vez de justificar el contrato del Centro Miller con este razonamiento, lo que esta manera de pensar hace es resaltar la necesidad de analizar el contrato de aquellos que han cometido delitos.
Marc Short y John Negroponte ambos pudieron llevar a cabo acciones horribles y feroces desde su posición de poder, sabiendo que las consecuencias de sus acciones serían insignificantes.Institutos como el Centro Miller son cruciales para prevenir todo lo que aparente ser justicia. Marc Short recibirá $48.000 por su pericia en implementar una orden del dia que solo puede ser describida como un ataque contra la mayoría de los estadounidenses. Negroponte consigue un puesto distinto y cómodo por pasar los últimos 45 años apoyando la violencia.
Quizás lo más irónico es que en la carta en la que defiende haber contratado a Marc Short, William J. Antholis, el director del Centro Miller, escribe que “Yo mismo he escrito artículos que abiertamente critican la administración desde el punto de vista de mi propia experiencia.”
Es posible que Antholis verdaderamente se ve como un resistente en contra de la administración de Trump y de sus estancias políticas represivas. Pero la disonancia cognitiva de tratar de absolverse de aquellas decisiones de empleo es inquietante. Escribir editoriales con entornos hostiles para luego usar tu poder para apoyar económicamente a aquellos que directamente oponen valores de paz, igualdad, y justicia no cuenta como resistencia. Más bien, contratar a Marc Short y a John Negroponte muestra que Antholis es un aliado de aquellas políticas reforzadas por los últimos 45 años y del odio que Trump arroja todos los días.
El Centro Miller tiene dos opciones: proveer el alivio de los déspotas de la política reaccionaria, lo cual continúa la legitimación de sus costumbres peligrosas, o puede levantarse y hacer algo al respeto. Para empezar, el Centro Miller debería de disociarse de Negroponte y de Short. Es obvio que ellos no merecen lugar en un instituto académico serio. En segundo lugar, el Centro Miller debería publicar una disculpa oficial y prometer nunca más darle refugio a el tipo de personas que buscan quitarle a institutos públicos y a otras naciones para su propio beneficio. Si no toman medidas apropiadas después de sus acciones recientes, es difícil tomarse el Centro Miller en serio ahora y hasta que resuelvan estos contratos.
Jake Wartel es un escritor opinión para The Cavalier Daily. Puede ser contactado por correo electrónico a opinion@cavalierdaily.com.