El artículo no expresa las opiniones o posiciones de los traductores. El artículo es una versión traducida del artículo que se encuentra a continuación: enlace
Escritor original: Elise Fisher
Traducido por: Caroline Narvaez y Jordan Brooks
Cada año, el centro de ética bioquímica y de humanidades colabora con La Escuela de Medicina de la Universidad para producir la conferencia Hayden-Farr de Epidemiología y Virología. La conferencia honra el trabajo de dos doctores distinguidos de la Universidad, el profesor de Medicina y Patología Frederick Hayden y el difunto Barry Farr.
Jeffrey Taubenberger, el jefe de patogénesis virales y evolución en el laboratorio de enfermedades infecciosas de los Institutos Nacionales de Salud, dio la conferencia este año el 21 de octubre sobre la historia de la pandemia de la influenza española de 1918. Habló sobre el futuro de desarrollar mejores vacunas para la influenza usando la información de la influenza española.
Durante su presentación, titulada “El Centenario de la Influenza de 1918: Recordando el Pasado y Preparando para el Futuro”, Taubenberger explico la historia de las pandemias de la influenza, como el virus evoluciona y trabaja biológicamente, y como la información puede ser usada para mejorar la medicina.
La pandemia de 1918, conocida como la gripe española, se estima que mató alrededor de 50 millones de personas durante un periodo de nueve meses. El virus induce respuestas inflamatorias severas en el cuerpo. En varios de los casos durante este tiempo, también se encontraban tener infecciones secundarias de neumonía bacteriana. En los individuos que se encontraban con el virus y la infección, las consecuencias eran mortales.
Una de las características anormales de la pandemia de 1918 fue el impacto a un grupo de edad específico. La mayoría de personas afectadas por la influenza A, Taubenberger explico, son los infantes y los ancianos, pero este virus impactó más a los individuos que tenían 28 años de edad. Estos individuos tenían la tasa de mortalidad media más alta comparado a otros grupos de edad.
Taubenberger explico otro aspecto importante del virus de 1918; la deriva antigénica surge de la estructura biológica. El virus consiste de una sola hebra de ARN y la ausencia del mecanismo de corrección. Esto significa que el código genético del virus puede tener varias mutaciones, ambas positivas y negativas. La propensión de adquirir mutaciones es una característica prejudicial en moléculas biológicas, pero sirvió como el mecanismo de supervivencia para el virus.
Las mutaciones del virus es lo que permitió su evolución cada año. Las formas diferentes del virus dificulta la posibilidad de anticiparlo y de producir un tratamiento para prevenirlo. Taubenberger llamó el virus de 1918 “la madre de las pandemias”, explicando que genéticamente, todas las pandemias de la influenza subsecuentes tienen en común las mismas proteínas y estructuras del virus de 1918.
La meta de Taubenberger y sus colegas es entender la influenza de 1918 para estudiar las otras pandemias de la influenza que han ocurrido y encontrar un método para ampliamente combatir este virus que cambia tan constantemente. Su equipo ha secuenciado el genoma del virus por diez años.
“Se me ocurrió que quizás podríamos enfocarnos en la PCR [Reacción en Cadena de la Polimerasa] para encontrar segmentos de genes del virus que causaron el virus en las autopsias de tejidos de los individuos que murieron durante la pandemia de 1918… y este proyecto resultó tener éxito”, dijo Taubenberger.
Después de haber logrado una “resurrección” exitosa de la influenza de 1918, Taubenberger y su equipo usaron este modelo para lo que el doctor le llama el “modelo patogénico” en el laboratorio. Han utilizado esta reconstrucción para entender cuáles elementos del virus estaban involucrados en sus mutaciones. Esto fue posible gracias a tipos especiales de estudios, los cuales se llaman estudios de retos voluntarios.
“Voluntarios saludables y muy cuidadosamente examinados son llevados al hospital y son infectados adrede con el tipo salvaje de influenza circulante para estudiar el patogénesis básico y los correlatos immunes”, Taubenberger dijo. “Usamos esto como base para los estudios de la Fase II. Son muy eficientes con respecto a la habilidad de ver la eficacia de las drogas originales, terapéuticas y vacunas en un número pequeño de pacientes”.
Con estos estudios voluntarios, el equipo se enteró de que parte del virus que permaneció relativamente constante durante todo su evolución fue el tallo de la proteína de superficie hemaglutinina, y dedujeron que las vacunas que van dirigidas a este aspecto del virus podrían ser más efectivos en prevenir brotes, a pesar del factor de la imprevisibilidad.
Taubenberger entonces describió el uso de estos descubrimientos a la idea de una “vacuna universal”, con un enfoque en la idea del “protector en general” a la vacunación de la influenza que atacaría el contagio del virus de la influenza de manera más diversa para que no pueda seguir evolucionando de la manera de la que lo ha hecho.
“Esto podría significar quizás una vacuna con mayor protección a los viruses de la temporada, para que alomejor no fuese necesario ser vacunado cada año. Quizás nadamas sería necesario ser vacunado cada cinco o cada 10 años”, Taubenberger dijo. “Uno más general aún sería una vacuna que podría ser realmente una vacuna pre-pandémica que sin importar cual influenza, de pájaro o cabello o cerdo, pueda afectar a los seres humanos, que se pudiese ser inmune a ellos”.
Una de las ideas principales era que usando una mezcla no infecciosa de proteínas de hemaglutinina de viruses aviarios, más viruses serían tomados en cuenta, y una combinación exacta para el virus de la temporada no sería necesaria con esta eficacia. Taubenberger concluyó la conferencia dando un resumen de los estudios que su equipo de investigadores espera conducir el próximo año con el tipo de nuevas vacunas universales que han estado haciendo.
Después de la conferencia, miembros de la audiencia, ambos estudiantes actuales en la Escuela de Medicina y médicos, alabaron a Taubenberger y el análisis bien pensado que dio. Hayden, uno de los tocayos de la conferencia, asistió la conferencia y la describió como una “gira-de-fuerza, una muy apreciada”.
Marcia Childress, la directora de los Programas de Humanidades en el Centro para Ética Biomédica y Humanidades, cerró el evento con un anuncio de que no habrá Hora del Centro Médico la semana del 6 de Noviembre y aconsejó que, “no venga el próximo miércoles, mejor vaya a ponerse la vacuna de la influenza”.