El artículo no expresa las opiniones o posiciones de los traductores. El artículo es una versión traducida del artículo que se encuentra a continuación: enlace
Escritor original: Thomas Ferguson
Traducido por: Ian Fraser y Edward Contreras
Dentro del ámbito de una semana, los tres líderes demócratas de más alto rango de Virginia se vieron enredados en escándalos. Los comentarios del gobernador Ralph Northam (D) sobre el aborto al igual que los epítetos racistas y fotos encontradas en sus anuarios han causado que los políticos y los votantes de Virginia, al igual que los de la nación, pidan su renuncia. Entre ellos se encuentra el procurador general Mark Herring (D), quien confesó haberse puesto blackface [la cara pintada de negro] en una fiesta en 1980 mientras asistía a la Universidad. Mientras tanto, Vanessa Tyson y Meredith Watson acusan a Justin Fairfax (D) de abuso sexual y de haberlas violado. Estas revelaciones han alterado su capacidad de dirigir, y aún mantienen el poder por el egoísmo evidente. Estas mismas revelaciones son preocupantes. Sin embargo, la reacción al nivel nacional, de los demócratas en particular, contribuye también al daño que han causado las decisiones de Northam, Fairfax y Herring. La vergüenza que ha envuelto a la política de Virginia ha expuesto la hipocresía que plaga a la causa progresista. Esta hipocresía ha afectado la capacidad de los líderes del movimiento liberal de abogar contra asuntos como la raza y el abuso sexual.
Durante la campaña gubernativa de 2017 en Virginia, Northam acusó al nominado republicano Ed Gillespie (R) de su “retórica racista y alarmista” en Twitter en respuesta a su intolerancia del grupo MS-13, una pandilla conectada a la inmigración ilegal, a un número de asesinatos y a varios otros crímenes violentos en Virginia y a través del país. La ironía de que Northam participó en actividades degradantes y racistas, incluyendo haberse pintado la cara de negro para una imitación de Michael Jackson y haber incluido el apodo coonman [este fue su apodo, pero generalmente significa un insulto racial contra los afroamericanos] en su anuario del Instituto Militar de Virginia, es un tema que los Virginianos no van a olvidar. Mientras que permanecen inciertas las identidades de los individuos con la cara pintada de negro y con una bata del Ku Klux Klan que aparecieron en su página del anuario del 1984 de la Escuela de Medicina de Eastern Virginia, con el gobernador admitiendo haber estado en la foto y luego revirtiendo su declaración, su conducta probada ha mostrado un patrón que debe preocuparnos a todos. Northam politizó el asunto del racismo en su campaña contra Gillespie, e intentó representar la postura dura de su oponente sobre el crimen como inadmisible, lo cual parece irónico después de la revelación de su propio récord.
Antes de que surgieron los alegatos contra Fairfax, muchos políticos demócratas pidieron que Northam renunciara y que permitiera al vicegobernador asumir la posición. Se habría logrado cierta justicia si Fairfax, un afroamericano, hubiera recolocado a un gobernador con una historia racista. No obstante, las acusaciones contra el vicegobernador han sofocado las llamadas de renuncia hacia Northam. Con el personal de Fairfax abandonándolo a él y sus acusadores dispuestas a declarar en su contra, es muy probable que su carrera política llegue a un fin.
Herring, un graduado de la Universidad, condenó a Northam por haberse pintado la cara de negro (o cómo se dice en inglés, ponerse blackface) además de pedirle que renuncie. De acuerdo con el estándar que estableció para Northam, él también debería renunciar. Ambos Herring y Northam usaron el disfraz que tuvo motivos raciales degradables e intimidantes en los años ochentas, mucho después de que tales exhibiciones fueran aceptables, incluso en el sur del país. La determinación de Herring de no renunciar al poder revela otra inconsistencia con el liderazgo democrático y disminuye aún más la autoridad de la administración para dirigir.
Sin embargo, la tormenta de escándalo que afecta a los tres demócratas principales de Virginia puede funcionar para su misma protección, revelando la hipocresía que atormenta a la dirección del partido. El tercero en la línea para ser el gobernador es el presidente de la Portavoz de la Cámara de Virginia, Kirk Cox (R). Aunque la administración demócrata de Virginia ha perdido la autoridad moral para dirigir, la idea de confiar las riquezas de Virginia a Cox tiene a los líderes demócratas moderando sus llamadas a cambios en el liderazgo. Los demócratas que expresaron su oposición a la confirmación del juez Brett Kavanaugh ante el Tribunal Supremo han sido más generosos con el miembro del mismo partido, el vicegobernador de Fairfax, en sus evaluaciones de las acusaciones contra él. Estas personas incluyen al Senador Demócrata Whip Dick Durbin, la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi y el líder de la mayoría del Senado Chuck Schumer.
Los comportamientos de Northam y Fairfax en el pasado no solo ha puesto en duda sus capacidades de administrar a Virginia, sino también la gestión de sus respectivas crisis ha revelado fallas en su liderazgo. La conferencia de prensa de Northam, en respuesta a su comportamiento racista en el pasado, mostró que no comprendía completamente la gravedad de la situación, y sus "esfuerzos de reconciliación" no son más que complacer a la doctrina progresista políticamente correcta mientras envuelve al gobernador en una crítica. Su descripción de los esclavos africanos traídos a Virginia como "sirvientes contratados" añadió otro error a la campaña de Northam para salvar su carrera política. Mientras tanto, muchos reportajes de la condena de Fairfax de su acusadora, Vanessa Tyson, revelan su desprecio hacia las mujeres que se presentan contra los hombres poderosos.
Los habitantes de Virginia tiene la oportunidad de corregir este fracaso del liderazgo en noviembre. Las consecuencias de las próximas elecciones afectarán la redistribución de distritos y la dirección de Virginia para la próxima década. Sin embargo, los problemas que la gente de Virginia ha enfrentado en las últimas semanas rompen la división partidista. Independientemente de las inclinaciones y afiliaciones del partido, la gente de Virginia no debe comprometerse a confiar en el liderazgo del estado con hombres y mujeres de carácter.
Thomas Ferguson es un Columnista de Opinión para The Cavalier Daily. Se le puede contactar escribiéndole a: t.ferguson@cavalierdaily.com.