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Escritxr original: Editorial Board
Traducido por: Aldo Barriente y Sam Liss
Mientras que los Estados Unidos experimenta una nueva oleada de casos de COVID-19, el rastreador de COVID-19 universitario también informa números que son comparables como esos de la primavera pasada. A partir del 13 de enero, hubieron 118 individuos quienes fueron hospitalizados por el COVID-19 a U.Va. Health y hubieron 409 casos activos del virus en la comunidad universitaria. Estas tendencias reflejan las estadísticas a través del Commonwealth — Virginia ha sobrepasado 18.000 casos nuevos cotidianos tan recientemente como el 15 de enero — una nueva cima del estado. Aunque ninguna de estas hospitalizaciones activas son estudiantes, nosotros necesitamos reconocer que los estudiantes todavía puedan contraer y propagar el virus, lo que afecta a aquellos quienes son más vulnerables en la comunidad circundante.
Sin embargo, parece que la universidad cree que estos números no representan un peligro a la comunidad. Un correo electrónico reciente de la universidad informó a los estudiantes que hay una falta de espacio para el aislamiento y también no hay una restauración de pruebas de prevalencia, a pesar de que los estudiantes todavía son requeridos de asistir a clases en persona. Además, la universidad fracasó al instituir opciones por clases híbridas para los estudiantes inmunocomprometidos o aquellos con condiciones de salud. Estos planes demuestran una falta de empatía completa para la salud estudiantil y arriesgan el público de una manera descuidadamente — el fracaso de la universidad de reinstituir las pruebas de prevalencia, proveer aislamiento suficiente, así como también áreas de cuarentena, solo provocará un aumento de la cantidad de casos, de este modo amenazar la salud de los estudiantes y la comunidad circundante.
Mientras muchas universidades eligieron mover sus cursos en línea por periodos de tiempo temporales, la universidad activamente elijó requerir cursos en persona sin opciones virtuales, a menos que se hayan aprobado por preocupaciones de la facultad. Aunque el virus siempre está cambiando, hoy en día nosotros comprendemos la transmisibilidad peligrosa de la variante de omicron. La universidad tiene que enmendar cambios infraestructurales para proteger aquellos en la universidad y comunidades circundantes — mientras las vacunas tal vez resultan en síntomas más leves para los estudiantes, la facultad, y el personal, las vacunas no previenen estos individuos a contraer y propagar el virus a individuos en la comunidad más grande cuyos síntomas no estarán necesariamente tan leve. En el Distrito de Salud de Blue Ridge, solamente 65,7 por ciento de individuos son “completamente vacunados,” al significar que ellos han recibido dos dosis de la vacuna de Pfizer o Moderna, o un dosis de la vacuna de Johnson & Johnson. Solamente 35,2 por ciento han recibido un refuerzo a partir del 18 de enero. Por consiguiente, es más probable que las personas de la comunidad circundante contraigan el virus si están expuestas y que enfrenten síntomas más graves.
El correo electrónico de la universidad informa a los estudiantes que las pruebas de prevalencia semanales no serán reinstituidas y aún aconseja a los estudiantes en Grounds quienes prueban positivos por el COVID-19 de considerar viajar a casa si ellos lo pudieran de forma segura y con tal de que ellos no vivan con alguien quien es de alto riesgo de síntomas más graves. Para proteger a la comunidad circundante, la universidad tiene que reinstituir las pruebas de prevalencia semanales con el objetivo de contener los brotes grandes de una manera más eficaz, lo que fue requerido el año pasado. Además, la universidad también necesita proveer bastante espacio de cuarentena e aislamiento — al menos para los estudiantes en Grounds — así que aquellos quienes contraen el virus están animados a quedarse en Charlottesville en vez de provocar la posible propagación adicional al regresar a casa. La universidad no puede seguir restringiendo las áreas de cuarentena y aislamiento, sino que se necesita ampliar su presencia para satisfacer las demandas de la variante Omicron. Aunque la universidad anima a los estudiantes a regresar a casa, todavía no hay opciones de clases virtuales ni requisitos para los profesores de admitir la posibilidad de los estudiantes quienes se ponen en cuarentena o aislamiento. Esta falta de preparación con respecto a las pruebas de prevalencia y espacio de cuarentena demuestra una indiferencia completamente para el seguro de todos las personas en la comunidad universitaria.
Esta falta de pruebas obligatorias de prevalencia genera preocupación sobre una falta de datos que previene a la Universidad y miembros de la comunidad de tomar decisiones bien fundadas. Estudiantes inmunocomprometidos y estudiantes con condiciones de salud no podrán tomar decisiones responsables sobre su propia salud. Simplemente aceptar que varios miembros de la comunidad de la Universidad se infectarán con el virus es egoísta e irrespetuoso a aquellos que están a riesgo de síntomas más graves del COVID-19. Los estudiantes han expresado preocupación con la desconsideración de la Universidad hacia estudiantes con condiciones crónicas. En particular, adultos mayores y aquellos con condiciones preexistentes, es decir, sistemas inmunológicos débiles, asma, y condiciones de salud mental, por ejemplo, están a alto riesgo de infecciones graves de COVID-19. Es hora de que la Universidad muestre algún rastro de cuidado para miembros de la comunidad que no son jóvenes o físicamente capaces.
Las nuevas pautas de cuarentena de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) solo deberían alentar aún más a la Universidad a restablecer las pruebas de prevalencia semanales. Según las guías actuales de la CDC, que se adoptaron por la Universidad, la cuarentena no es necesaria para todo caso de exposición. Más bien, al menos las personas que están vacunadas, se les recomienda ponerse tapabocas por 10 días, vigilar los síntomas, y hacerse una prueba cinco días después de su exposición. Este sistema requiere que estudiantes identifican exposiciones y hagan una prueba por decisión propia. Sin embargo, dado que los cursos no se ofrecen en línea, esta decisión exige que los estudiantes escojan entre la salud pública y el éxito académico. Los estudiantes también tienen la responsabilidad de programar una prueba de COVID-19. Actualmente, las pruebas para casos sin síntomas se ofrecen solamente en dos ubicaciones, y ambas son al interior sin espacio adecuado para el distanciamiento social. En vez de requerir que los estudiantes sacrifiquen sus estudios y cambien sus días para hacerse una prueba, es más, dentro de un cuarto pequeño de un sótano donde no hay suficiente espacio para las exposiciones posibles de COVID-19, la Universidad debe tomar acción. Cursos en línea deben ser una opción. Además, ubicaciones exteriores y seguros para pruebas de prevalencia con más flexibilidad para programación debe reinstalarse, sobre todo porque los estudiantes, facultad, y personal dependen en la Universidad para pruebas económicas.
Las guías de la Universidad no solo arriesgan la seguridad de los estudiantes de la Universidad y sus familias, sino también miembros de la comunidad alrededor. Es cierto, muchos estudiantes son jóvenes y están vacunados, y entonces no tendrán síntomas graves. Sin embargo, la población fuera de la Universidad es mucho más diversa, compuesta de miembros de la tercera edad, infantiles que no se pueden vacunar, y otros que tienen más probabilidad de tener condiciones preexistentes. Números altos de casos de COVID-19 en la Universidad amenazan la seguridad de aquellos que viven y trabajan alrededor de la Universidad. Para la seguridad de la comunidad de Charlottesville, la aumentación de casos de COVID-19 es inaceptable.
Las políticas de la Universidad informan decisiones dentro de la comunidad, haciéndolo esencial de considerar las consecuencias de la facultad de acción, tal como aquellas por el Consejo de Fraternidades y el Consejo de Hermandades. La decisión de estudiantes de seguir con el reclutamiento con opciones en línea y en persona puede empeorar los casos de COVID-19 que ya están aumentando. Brevemente, las políticas actualizadas de COVID-19 por la Universidad son negligentes y faltan suficientes planes para preparar para el aumento esperado de casos. Aunque la Universidad es firme que estaremos seguros, no toman en cuenta aquellos con condiciones de salud preexistentes ni la comunidad alrededor. Entonces, debemos nombrar esta política como una de ignorancia deliberada. Las políticas de la Universidad no son suficientes. La salud pública requiere reinstalar pruebas de prevalencia y opciones de cursos en línea. Los estudiantes y administración deben reconocer que, aunque todos queremos un semestre con menos restricciones, arriesgar la salud pública tendrá un precio bastante alto. Es cierto, algunos estudiantes ya tomaron acción por medio de una petición estudiantil y subiendo fondos para U.Va. Mutual Aid [Apoyo Mutuo de U.Va.]. Sin embargo, las prioridades de la Universidad se han hecho claras: valoran su compromiso a la instrucción académica en persona más que la salud pública.
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