El artículo no expresa las opiniones o posiciones de los traductores. El artículo es una versión traducida del artículo que se encuentra a continuación: enlace
Escritora original: Emmie Halter
Traducido por: Chelsea Edwards e Isabella Sheridan
La cultura dietética y el inicio de COVID-19 dificultaron los hábitos alimentarios equilibrados y no restrictivos de los estudiantes universitarios. Los diagnósticos de trastornos alimentarios aumentaron aproximadamente un 15 por ciento en general en 2020 entre las personas menores de 30 años en comparación con los años anteriores, según un estudio de la Revista Británica de Psiquiatría [British Journal of Psychiatry].
Los trastornos alimentarios son una enfermedad mental común que sufren los estudiantes universitarios de todo el mundo. Los trastornos alimentarios tienen una multitud de efectos secundarios y sus causas varían por los antecedentes familiares, el estilo de vida y la autoimagen, entre otras cosas.
Los estudios demuestran que los trastornos alimentarios a menudo surgen de intenciones inofensivas y suelen arraigar en los adultos jóvenes. A través de las redes sociales, los adolescentes — especialmente niñas — son propensos a compararse con fotos retocadas y poco realistas que aparecen en Internet. Esto actúa como catalizador de las imágenes corporales negativas y los trastornos alimentarios.
Hay muchos tipos diferentes de trastornos alimentarios — anorexia, bulimia y ortorexia. La anorexia se clasifica como la limitación drástica de la ingesta de alimentos y la bulimia es el consumo de cantidades excesivas de comida seguido por purgas. La ortorexia es una fijación en la alimentación recta, que implica dietas y restricciones excesivas para comer “sano”.
Los trastornos alimentarios giran en torno a “reglas alimentarias” y a la asignación de valores morales a los alimentos — etiquetándolos como buenos o malos. Algunos ejemplos de reglas alimentarias incluyen la restricción de las horas del día en las que se puede comer, la eliminación de ciertos grupos de alimentos de la dieta — como el aceite o el azúcar procesado — o la participación en el ayuno fuera de un contexto religioso.
La Dra. Sarah Groff Stephens, especialista en trastornos alimentarios entre adolescentes del Hospital Infantil de la Universidad, ha estudiado muchos aspectos de la prevención de los trastornos alimentarios.
“Sabemos que hay muchas cosas que se pueden hacer para la prevención, y una de ellas es simplemente tener una relación sana con la comida”, dijo Stephens. “Decir que ningún alimento es bueno, que ningún alimento es malo… y realmente crear un ambiente familiar donde quepan todos los alimentos”.
Especialmente con un público joven e impresionable, es importante enfatizar una alimentación equilibrada y no restrictiva desde una edad temprana. La cultura de la dieta y las dietas de moda pueden ser a menudo el centro de los hábitos alimentarios de una familia. Esta forma restrictiva de comer puede influir profundamente a los niños y adolescentes que son animados a participar en este estilo de vida poco saludable por otros miembros de la familia.
Las dietas de moda han existido por siglos, pero en la era digital, los jóvenes han estado expuestos a las dietas y al concepto de pérdida de peso a una tasa mucho mayor que las generaciones anteriores. Los estudios muestran que en TikTok, una plataforma de medios sociales grande con la mayoría de sus usuarios en la escuela secundaria o la universidad, más de 70 millones de usuarios han interactuado con hashtags relacionados con los trastornos de la alimentación. Algunas de las dietas de moda que se promocionan en estas aplicaciones son la dieta cetogénica, el ayuno intermitente, las dietas líquidas, los tés laxantes e incluso la infame dieta del pomelo, que fue conocida por ser utilizada por las actrices de Hollywood. Estas dietas presentadas fuera de contexto y sin la ayuda de una nutricionista autorizada pueden convertirse en hábitos alimentarios restrictivos.
Durante el COVID-19 y la cuarentena, muchos adolescentes y adultos jóvenes estaban expuestos a las tendencias de la cuarentena que giraban en torno a dietas estrictas y regímenes de entrenamiento. Con la gente quedándose en sus casas, las dietas y el cambio de aspecto se convirtieron en métodos para pasar el tiempo y tener un objetivo para el verano siguiendo COVID-19.
“Hay algunas investigaciones bastante buenas que demuestran que los trastornos alimentarios han aumentado entre los adolescentes y los adultos jóvenes, y una de las ideas del por qué es porque todo lo que era normal para nosotros nos fue quitado”, dijo Stephens. “Y por eso mucha gente canaliza eso a la ‘alimentación saludable’ o a la mejora de su cuerpo, lo que desemboca en un trastorno alimentario”.
Los trastornos alimentarios pueden describirse mediante un enfoque biopsicosocial — un enfoque que combina aspectos biológicos, psicológicos y sociales en su diagnóstico de los trastornos mentales. La exposición a las redes sociales, el entorno familiar y el estado actual de la sociedad pueden incluirse en el aspecto social de los trastornos alimentarios, pero también hay pruebas sólidas de que los trastornos alimentarios son afectados por los genes y la biología.
La Dra. Julia Taylor, pediatra certificada del Hospital Infantil de Virginia con experiencia en la práctica clínica de los trastornos alimentarios, explica que los trastornos alimentarios son en gran medida producto de los antecedentes familiares.
Los trastornos alimentarios están determinados por los genes y, según Taylor, los estudios han demostrado la existencia de uno o más genes de interés en la anorexia. Los genes de interés son genes que contribuyen a la aparición biológica de los trastornos alimentarios y pueden ser transmitidos de generación en generación. Más pruebas biológicas de los trastornos alimentarios incluyen la alteración de las funciones cerebrales como consecuencia de esta enfermedad. No obstante, se necesita más investigación en esta área.
Se está investigando más sobre la prevención de los trastornos alimentarios debido al aumento en la prevalencia de ese mal en todas las edades, razas, géneros y tallas.
“Sabemos que los hombres y las personas con un IMC en el rango ‘normal’, ‘sobrepeso’ u ‘obesidad’ a menudo se pasan por alto cuando se trata de diagnosticar los trastornos alimentarios”, dijo Taylor. “Ha existido este estereotipo poco útil de que los trastornos alimentarios son una enfermedad para las mujeres ricas y blancas, y esto hace que sea un reto buscar atención si no encajas en ese molde”.
Entre los estudiantes universitarios específicamente, los campus pueden actuar como un caldo de cultivo para la imagen corporal negativa y los trastornos alimentarios debido a la frecuente discusión de la apariencia física entre los estudiantes. Un estudio muestra que, en los últimos 13 años, los trastornos alimentarios han aumentado un 9% entre las estudiantes universitarias y un 17% entre los estudiantes universitarios.
Aunque hacer un cumplido a alguien sobre la pérdida de peso o incluso sobre su “buen aspecto” puede parecer un comentario inofensivo, para algunos esto puede motivar a las personas a seguir restringiendo la ingesta de calorías o provocar la búsqueda de nuevas formas de acelerar la pérdida de peso. Los comentarios sociales sobre el cuerpo pueden crear una respuesta psicológica en la que el cerebro del individuo trata estos comentarios como “recompensas”. Esto programa la mente de una persona para realizar comportamientos, como pasar hambre o hacer ejercicio en exceso para estar delgado, que provocan estas recompensas. A menudo, estos comportamientos no son saludables y conducen a la aparición de un trastorno alimentario.
Melanie Brede, dietista certificada en trastornos alimentarios de la Oficina de Promoción de la Salud, explica la importancia de la positividad corporal como forma de prevenir los pensamientos desordenados relacionados con la comida. La positividad corporal es la creencia de que todo el mundo — sin importar su tamaño o tipo de cuerpo — merece tener una imagen corporal positiva.
“Si somos conscientes del lenguaje que promueve los cuerpos idealizados y lo cambiamos, todos podemos ayudar a crear una cultura de respeto y apoyo a las personas de todos los tipos de cuerpo”, dijo Brede.
La neutralidad corporal es otro movimiento que surgió del movimiento de la positividad corporal, pero adoptó un enfoque diferente sobre la forma en que discutimos y vemos nuestros propios cuerpos. La neutralidad corporal hace hincapié en la neutralidad hacia el propio cuerpo, centrándose menos en el amor por la apariencia del cuerpo y más en lo que el cuerpo puede hacer por nosotros. Tanto la positividad como la neutralidad corporal son herramientas que las personas pueden utilizar para apreciar mejor sus cuerpos de la forma en que se sientan más cómodos.
La positividad corporal también significa que reconocemos que nuestros cuerpos son lo menos interesante de nosotros. U.Va. Positividad Corporal [U.Va. Body Positive], una organización estudiantil en Grounds, anima a los estudiantes a reformular su lenguaje hacia sus cuerpos y a recordar que nuestros cuerpos no determinan nuestra salud o nuestra valía.
Julia Paraiso, estudiante de cuarto año de la Universidad y becaria de U.Va. Positividad Corporal, explica cómo se puede practicar la positividad corporal incluso en los campus universitarios para evitar los aspectos tóxicos de la vida universitaria.
“Intentando hacer cosas que hagan que tu cuerpo se sienta bien y te dan alegría y practicando la moderación, puedes salir del bucle poco saludable de la cultura tóxica de la bebida y las dietas”, dice Paraiso. “Lo que sea para ti personalmente, para que puedas apoyarte mejor, en lugar de ser como, ‘Todos los martes tengo que hacer ejercicio ya que estoy bebiendo’”.
U.Va. Positividad Corporal también hace hincapié en la importancia de tener un grupo de apoyo cuando se practica la positividad corporal. El apoyo es algo que también es vital para quienes padecen trastornos alimentarios y una parte importante de la recuperación.
Sin quererlo, muchas personas se distancian de los que sufren trastornos alimentarios, lo que puede ser aislante. Es importante recordar que las personas con trastornos alimentarios se benefician enormemente del apoyo de sus seres queridos cuando se recuperan de un trastorno alimentario. Cosas tan sencillas como las visitas semanales, las palabras de afirmación o el tiempo de calidad pueden suponer una gran diferencia en la perspectiva de recuperación del paciente.
COVID-19 presenta muchos desafíos para quienes se recuperan de un trastorno alimentario, como la imposibilidad de ver a sus seres queridos, participar en interacciones sociales o establecer una rutina. Por suerte, con la ayuda de la tecnología, muchos pacientes con trastornos alimentarios pudieron utilizar Zoom para ver a sus seres queridos y participar en nuevas formas de interacción social, como las cenas de pacientes con Zoom e ir al supermercado.
Además, el cierre de muchos centros de recuperación de trastornos alimentarios durante la pandemia hizo que muchos pacientes tuvieran que continuar su recuperación en casa. Sin el beneficio de la atención médica en persona, muchos pacientes encontraron difícil la recuperación en casa y las sesiones de los terapeutas de Zoom no obtuvieron los mismos beneficios que las sesiones en persona.
Ahora que los centros de tratamiento y los hospitales están organizados para combatir el virus y que las vacunas se han generalizado, los centros de tratamiento de trastornos alimentarios y las clínicas de recuperación de todo el mundo vuelven a funcionar sin problemas, incluso con la aparición de la variante omicrónica.
En la Universidad, el Equipo de Consulta y Tratamiento de Trastornos Alimentarios a través de Salud y Bienestar Estudiantil puede ayudar a los estudiantes a encontrar atención médica para los trastornos alimentarios o la imagen corporal negativa. Además, el Centro Femenino Maxine Platzer Lynn, así como los Servicios de Consejería y Psicología, ofrecen apoyo para la recuperación de los trastornos alimentarios a los estudiantes. Algunos otros recursos alternativos son la línea de ayuda de la Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios y los diversos centros de tratamiento de trastornos alimentarios en el área de Charlottesville, incluyendo Prosperidad Trastorno Alimentario y Bienestar [Prosperity Eating Disorder and Wellness] y Thriveworks Charlottesville.