El artículo no expresa las opiniones o posiciones de los traductores. El artículo es una versión traducida del artículo que se encuentra a continuación: enlace
Escritores originales: Jim Ryan e Ian Baucom
Traducido por: Carla Betancourt
Hemos leído con interés las diferentes perspectivas publicadas en The Cavalier Daily y en otros lugares con respecto a la próxima visita del exvicepresidente Mike Pence a Grounds. También hemos escuchado las preocupaciones de personas dentro y fuera de nuestra comunidad que creen que la discusión sobre si el Sr. Pence debería hablar en la Universidad es una prueba de hostilidad hacia la libertad de expresión y la diversidad ideológica en Grounds.
No estamos de acuerdo.
Todos deberíamos estar orgullosos de que esta Universidad es un lugar donde los estudiantes tienen el valor y la plataforma para plantear perspectivas sobre eventos como estos, independientemente de su popularidad entre sus compañeros o con figuras destacadas de fuera de esta comunidad. El intercambio de ideas sobre la presencia del Sr. Pence en Grounds no es una señal de que la libertad de expresión esté muerta en Grounds, es una señal de que está viva y coleando. De hecho, por paradójico que parezca, la protección de la libertad de expresión tiene que dejar espacio para aquellos que quieren argumentar en contra de la idea o a favor de las restricciones a la expresión; de lo contrario, estaríamos protegiendo la expresión a través de la censura.
Reconocemos la preocupación que plantea el Consejo Editorial de The Cavalier Daily sobre el impacto real que el discurso puede tener en la vida de las personas. Con demasiada frecuencia, nuestros argumentos sobre la libertad de expresión pasan por alto la verdad de que algunas formas de expresión y algunas ideas pueden conducir a resultados perjudiciales si no se controlan ni se cuestionan.
Sin embargo, ese no es un argumento para anular o prohibir el discurso protegido. Como se indica en la declaración de libertad de expresión respaldada recientemente por la Junta de Visitantes, “todas las opiniones, creencias y perspectivas merecen ser articuladas y escuchadas, libres de interferencias. Este compromiso sustenta cada parte de la misión de la Universidad”.
Como explica la declaración, esto no se debe a que “todas las ideas sean igualmente buenas”. En cambio, “refleja la opinión de que cada idea debe ser escuchada para que pueda estar sujeta al escrutinio riguroso necesario para avanzar en el conocimiento”. Esto incluye, debe tenerse en cuenta, garantizar que la Universidad proteja el derecho a articular, escuchar y debatir ideas que algunos podrían etiquetar como "inherentemente divisivas”, sea lo que sea que eso signifique.
Una de nuestras tareas como Universidad es dar a nuestros estudiantes las herramientas para evaluar estas ideas, junto con muchas otras, y decidir por sí mismos, como miembros activos de nuestra democracia, qué ideas apoyan y a cuáles se oponen. Como escribió una vez Clark Kerr, el renombrado ex presidente de la Universidad de California, nuestra tarea no es hacer que las ideas sean seguras para los estudiantes, sino hacer que los estudiantes estén seguros para las ideas.
Donde podemos ser diferentes como Universidad, y donde debemos esforzarnos por ser diferentes, es en el enfoque que adoptamos para estas discusiones. Si bien los trolls y expertos de las redes sociales a menudo atacan los motivos y el carácter de aquellos con quienes no están de acuerdo, podemos y debemos escuchar y aprender de esas diferencias y usarlas para mejorar nuestras propias ideas y argumentos. Como explicamos con más detalle en un ensayo, podemos y debemos esforzarnos por ser oradores empáticos y oyentes generosos.
La visita del Sr. Pence, como la de cualquier otro destacado orador o profesor que visita Grounds, es una oportunidad para escuchar y crecer en nuestra comprensión de una perspectiva particular sobre el futuro de nuestra nación y nuestro mundo. También es una oportunidad para presentar un caso en contra de esa visión. En una comunidad tan diversa y reflexiva como la nuestra, a veces el trabajo educativo más importante no ocurre en el salón de clases, sino en las discusiones vigorosas, desordenadas y, a veces, acaloradas que tienen lugar entre oradores empáticos y oyentes generosos que abordan preguntas importantes. Que esas discusiones continúen por mucho tiempo.