El artículo no expresa las opiniones o posiciones de los traductores. El artículo es una versión traducida del artículo que se encuentra a continuación: enlace
Escritora original: Shaleah Tolliver
Traducido por: Sam Liss e Isabella Sheridan
Desde 1790, nos hemos basado en el censo decenal para obtener información sobre la población de Estados Unidos; lo utilizamos para una plétora de cosas. El censo no solo nos cuenta cuántas personas están en cada estado, lo cual determina la representación congresal, sino también provee información para determinar las decisiones económicas tal como los impuestos. Dada la importancia del censo, es aún más preocupante que no se han actualizado las categorías raciales enumeradas para reflejar la población de Estados Unidos ni su supuesto valor en igualdad.
El primer censo solo tuvo tres categorías raciales — gente blanca libre, otra gente libre y gente esclavizada. No fue hasta 1960 cuando la gente podía identificarse racialmente en el censo, y 2000 fue el primer año en el que se podía elegir más de una categoría racial. Aún más recientemente, el censo 2020 incluye un récord de diecinueve categorías raciales — incluso “alguna otra raza” — y una opción para que las personas puedan explicar mejor cualesquiera categorías que eligen. Se debe aplaudir esto, desde que supuestamente demuestra la progresión de los EE.UU. a un futuro tanto más inclusivo como más representativo. Desafortunadamente, hay un pedazo de la supremacía blanca anticuada de aquellos tiempos todavía presente en la recolección de datos, y se amenaza a nulificar algún nivel de progreso que los EE.UU. declara que lo ha hecho — la categoría “blanca”.
La Oficina de Administración y Presupuesto requiere que el censo registre estadísticas raciales para al menos cinco categorías raciales — “Blanco, Negro o Afroamericano, Aborigen de América del Norte, Asiático, y Nativo de Hawái o Nativo de la Polinesia”, además de “Alguna Otra Raza”. Esto es lo que nosotros como sociedad hemos llegado a pensar de la raza — grupos distintos de aquellos con orígenes similares y fenotipos similares. El censo define todas las cinco categorías raciales — sin embargo, se define a la gente blanca como personas que “tienen orígenes de cualesquiera de las personas quienes se originan de Europa, el Medio Oriente, o el Norte de África”.
Antes que nada, quiero prolongar estos argumentos al decir que no soy blanca — una frase que no se lee casi nunca. Sin embargo, desde los medios a la historia a las mismas experiencias detalladas por aquellos del Medio Oriente y del Norte de África, tal vez se puede decir sin temor a equivocarse que se categoriza ni la gente del Medio Oriente ni del Norte de África como blanca en la sociedad estadounidense. Esta agrupación extremadamente imprecisa ignora las experiencias que tienen las personas del Medio Oriente y del Norte de África y la manera en la cual se identifica a sí misma. Los crímenes de odio que siguieron el 9/11 no atacaron a la gente blanca — se veían los sijes y musulmanes árabes como “los otros” y se trataban como amenazas a los estadounidenses, a pesar de ser estadounidense.
Lo que es aún más evidente es que sesga los datos. El censo se utiliza para la investigación — varias universidades, instituciones de investigación y organizaciones sin ánimo de lucro utilizan los datos del censo para evaluar las políticas públicas, la sociología, la salud y la economía. Como se ha demostrado que la raza es una causa fundamental de la disparidad sanitaria, la desigualdad de ingresos y las desigualdades socioeconómicas, estos datos sesgados tienen un efecto dominó. Si las personas están mal representadas en el censo, estarán mal representadas en la investigación y, por tanto, las políticas no resolverán nada.
También hay que tener en cuenta por qué los habitantes de Medio Oriente y los norteafricanos son considerados como blancos por el censo de Estados Unidos. Históricamente, donde la “civilización” ha existido realmente — es decir, la cultura, las religiones y los inventos reputados — ha sido racializado. Se pensaba que África y las Américas precolonizadas eran incivilizadas, lo que justificaba varias atrocidades contra ellas. Sin embargo, no se pensó lo mismo del norte de África o del Medio Oriente: ambos tenían historia escrita, religiones similares a la de la antigua Grecia o al judaísmo, respectivamente, y en muchos casos rivalizaban y “avanzaban” con Europa. Por supuesto, esto no quiere decir que los africanos y las culturas de las Américas precolonizadas no contribuyeron en gran medida a la sociedad actual en términos de cultura, pero no se les dio crédito para impulsar una agenda de inferioridad racial.
Así que, aparte de ser tremendamente inexacta, la categorización que hace el censo de los habitantes del Medio Oriente y el Norte de África como blancos no es un error ignorante. Sirve para un sistema de pensamiento anticuado y ofensivo: la idea de que los pueblos de estas regiones deben pertenecer a la categoría de blancos porque históricamente han coincidido con Europa en términos de cultura, contribución y, en muchos casos, color de piel. Aunque muchos de los originarios de estas dos regiones no estarían de acuerdo en que son blancos, funciona con la narrativa estadounidense de pueblos negros y morenos primitivos y sociedades blancas avanzadas.
Hace poco, hubo intentos de que algunos grupos étnicos y nacionales obtuvieran una representación más clara y precisa en el censo de 2020, pero fue paralizado por la anterior administración presidencial. Nunca podremos avanzar realmente como nación si nuestras leyes, reglamentos y decretos no cambian. No es una cuestión de semántica, es una cuestión de ser reconocido como ciudadano en la forma en que te identificas y en la forma en que eres tratado. El hecho de que el censo tenga incluso que recoger la categorización racial debido a las disparidades vinculadas entre la raza y otras facetas de la sociedad es, como mínimo, lamentable. Pero lo mínimo que podría hacer el país, literalmente, es asegurarse de que todos los ciudadanos estén representados con precisión y sin estratificación histórica.
Shaleah Tolliver es la editora de opinión asociada que escribe sobre identidad y cultura para The Cavalier Daily. Se puede contactar con ella en opinion@cavalierdaily.com.
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