El artículo no expresa las opiniones o posiciones de los traductores. El artículo es una versión traducida del artículo que se encuentra a continuación: enlace
Escritora original: Shaleah Tolliver
Traducido por: KC Christman y Leon Arceo
Aquí hay un hecho: todos los niños tienen hambre. Aquí hay otro hecho: todos los niños en los EE. UU. están obligados por ley a ir a la escuela. Ponga los dos juntos y uno concluiría que las comidas escolares universalmente gratuitas son un hecho. Mientras que otros países han superado las acciones primitivas y mezquinas de endeudar a los niños por unos pocos dólares por cartón de leche e intentar prohibir que los estudiantes se gradúen por cargos no pagados en la cafetería, la nación más grande del mundo no lo ha hecho. Incluso hoy, todavía nos preguntamos qué niños son lo suficientemente pobres como para merecer comer una comida sin ninguna carga financiera. Esto necesita cambiar. Evidentemente, la necesidad de comida es universal, por lo que no debería ser necesario demostrar su elegibilidad para tener acceso a ella, especialmente en una escuela.
A medida que los estudiantes regresan a la escuela, se han levantado muchas de las regulaciones más indulgentes establecidas por la pandemia, incluidas las exenciones que permitían a todos los estudiantes a comer comidas gratis en la escuela, independientemente de sus ingresos. Estas acciones se implementaron después de que la pandemia mostrara los verdaderos colores de nuestra nación. Para todos menos los increíblemente ricos, la estabilidad financiera se desplomó y aumentó la desigualdad de ingresos, en la que ya somos la nación superior. Entre los efectos de la pandemia se encuentran la inseguridad alimentaria severa y el aumento de los precios de los alimentos, y la política de almuerzos escolares fue una de varias políticas emitidas para tratar de combatir la falta de nutrición asequible. Si, como afirman muchos estadounidenses, nuestro país fuera realmente tan estable financiera y socialmente bajo el sistema de bienestar actual que tenemos, esta tendencia no habría surgido. La pandemia expuso a Estados Unidos por lo que era: apenas capaz de mantener a cualquiera con vida y bien, especialmente a los niños.
Sin embargo, a medida que surgió la vacuna de COVID-19 y las políticas de salud en torno al virus comenzaron a disolverse, muchas instituciones gubernamentales retrocedieron en sus políticas, pasando por alto el hecho de que la pandemia no era la única causa de la inseguridad alimentaria y la desigualdad de ingresos. Las exenciones antes mencionadas no se renovaron para el año escolar 2022-2023 y muchos niños están regresando sin almuerzo gratis.
Una de las justificaciones para este retroceso es que los niños que ya eran elegibles antes de la pandemia (los niños de bajos ingresos) todavía califican. Esto simplemente no es lo suficientemente bueno, y nunca lo ha sido. Incluso aquellos que no se consideran pobres o de bajos ingresos todavía tienen dificultad para pagar por las comidas escolares. Primero, los estudiantes no deben estar endeudados. Es inaceptable que los niños “deban” dinero a la escuela por el almuerzo y que quizás estén hambrientos y avergonzados a causa de esto. Por supuesto, esta deuda se transfiere a sus padres o tutores, pero esto en sí también es reprensible. Ya sea que uno prepare un almuerzo para su hijo o le de dinero a sus hijos para el almuerzo escolar, las finanzas del hogar están siendo utilizadas para alimentar a un niño en una institución gubernamental en vez de ser utilizadas para otras necesidades y cuentas.
No solo hay consecuencias financieras para los niños y sus familias, sino que también hay estigmas relacionados con el almuerzo gratis o a precio reducido, no solo por parte de las personas sino también del gobierno. Con reminiscencias del tropo de la "reina del bienestar" que ha dominado la reforma del bienestar desde el presidente Reagan, Estados Unidos a menudo ha considerado a los niños que califican para estos programas como inferiores y lamentables. Esta vergüenza en sí misma es terrible, pero aún más bajo una lente racial. Los niños negros, morenos e indígenas tienen más probabilidades de ir a escuelas en áreas de alta pobreza que sus contrapartes blancos y asiáticos, y el 40 por ciento de los padres negros e hispanos de niños en edad escolar tienen inseguridad alimentaria. No solo eso, sino que los requisitos de elegibilidad para las comidas escolares estratifican a las familias. Por ejemplo, estos requisitos rígidos significan que si una familia ya no es elegible para recibir comidas gratis o a precio reducido, entonces tiene que comenzar a pagar las comidas de sus hijos. Así, llegaron a un nuevo rango económico solo para tener una nueva factura que pagar.
Además, los obstáculos que los niños "elegibles" y sus familias deben atravesar para recibir almuerzo gratis o a precio reducido son tediosos, estratificados y arbitrarios, y varían según el estado. Si un hogar no presenta la solicitud para estos programas de comidas escolares, ¿Entonces qué? ¿Por qué evaluamos cuán pobre o rico es un niño antes de que merezca comer? No debería haber ningún proceso para justificar las comidas escolares gratuitas en la escuela, un lugar al que los niños deben ir todas las semanas, y mucho menos una fecha arbitraria después de la cual se considera que los niños ya no lo merecen. Muchos almuerzos escolares no solo son las comidas relativamente más saludables para los niños, sino que para algunos son las únicas comidas que recibe un niño. Poner un precio y una fecha límite a estos recursos para cada estudiante y permitir que algunos paguen y otros no paguen es hacer la pregunta, "¿Cuál de estos niños merece ayuda para conseguir comida?"
Las comidas escolares gratuitas universales para todos los niños del país no son imposibles, no es un sueño imposible. Se ha demostrado que es factible, manejable y, francamente, más holístico que cualquier cosa que los EE. UU. haya propuesto alguna vez en términos de comidas escolares. Si bien muchos estados continúan brindando comidas gratuitas a los estudiantes, esto no debe considerarse un lujo del código postal: las personas merecen comida porque son seres humanos. El argumento solo se enfatiza para los niños, y ellos no te deben nada.
Shaleah Tolliver es la Editora de Opinión Asociada Sénior de The Cavalier Daily. Puede comunicarse con ella en opinion@cavalierdaily.com.
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